¿Tienes un terreno pequeño y no sabes cómo aprovecharlo? ¿Te gusta el buen vino? Si las respuestas a estas dos preguntas son afirmativas, nuestro artículo de hoy, es para ti; para ti y para todos aquellos que aunque sueñan con poder producir algún día su propio vino, no saben todavía por dónde empezar.

Con este texto pretendemos ordenar algunas prioridades y de forma breve y sencilla, dejar claros algunos de los requisitos importantes que deben conocer todos aquellos que en un futuro, no necesariamente lejano, desean dedicar su tiempo libre al cultivo de su propio viñedo.

En cualquier caso, y tanto si tu objetivo es cultivar la vid por placer, como dar una salida comercial a tu cosecha, antes de lanzarte de lleno a un proyecto de este tipo, es importante cerciorarse de que tu terreno se encuentra en una zona apta para cultivar la vid, pues la calidad final del vino depende principalmente de la uva. Una máxima que no debemos olvidar es que para elaborar un vino de calidad el requisito fundamental es contar con uvas sanas y maduras. Esa es la tarea principal.

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Cada variedad requiere unas condiciones específicas.No es lo mismo el tiempo que tarda en madurar la variedad Cabernet sauvignon que la que puede tardar un Tempranillo. Por tanto, es fundamental conocer las características agronómicas de cada variedad, así como de la zona en la que deseamos que se desarrolle su cultivo. Consulta la orientación de tu parcela porque el desarrollo y crecimiento de la vid no es la misma si está orientada al Norte o al Sur. Ten en cuenta su orografía, los vientos dominantes, las especies que se han cultivado con anterioridad, el tipo de fauna que habita el lugar.

Ten paciencia y asegúrate de tener el tiempo y el dinero necesario. Estamos hablando de cultivar un terreno y de cuidar unas vides, lo que significa o debería significar, estar dispuesto y preparado para crecer con ellas y disfrutar de su proceso. Hasta que disfrutes de tu primera cosecha pasarán entre 4 y 5 años. Todo esto que puede ser una gran afición y que en la mayoría de los casos produce una gran satisfacción, exige también un gran esfuerzo tanto económico como personal.

Y si dicho esto, no dudas de tu motivación y continúas confiando en tus posibilidades, es el momento de realizar un estudio pormenorizado del suelo. Te aconsejamos que para esto consultes con un edafólogo, uno de los profesionales del sector que mejor puede ayudarte a analizar el suelo, conocer sus propiedades y diseñar el terreno y a preparar la plantación.

Una vez conozcas bien el suelo y las características agroclimáticas de tu zona, es el momento de contar con un buen viverista. Los servicios de estos profesionales, poco conocidos por la mayoría de la gente, son indispensables. Ellos te asesorarán y recomendarán el tipo de vid más indicado para tu futuro viñedo y su mantenimiento; un mantenimiento que se prolongará hasta el final del proceso de producción del vino. Recuerda que la planta de vid está formada en realidad por dos partes bien diferenciadas. Una de ellas es la raíz, lo que llamamos comúnmente “patrón”, que adaptamos a las características del suelo, y otra es la parte aérea, formada por la variedad de uva que queremos producir. La influencia de una sobre la otra determinará el manejo de tu cultivo durante toda la vida del mismo.

Una vez elegida la planta, es el momento de decidir cómo vas a plantar y manejar tu parcela: a densidad de plantación (número de plantas por hectárea), la orientación de las hileras, la preparación del terreno y los abonados previos, la ejecución de drenajes para evitar encharcamientos, la decisión sobre el tipo de formación que tendrán las cepas, el mantenimiento del suelo, el tipo de emparrado en el caso de ser necesario… Son muchas las decisiones que deberás tomar y para eso te recomendamos que cuentes con el asesoramiento de un Ingeniero Agrónomo, pues son los profesionales más indicados para esto.

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En cuanto a la época idónea de plantación, hazlo al inicio de la primavera en el caso de emplear “planta de invierno”, es decir, una planta que aún no ha brotado y que lo hará después de un periodo de enraizamiento una vez plantada. La lluvia y los fríos del invierno te ayudarán a tener el suelo en las mejores condiciones posibles para que se facilite dicho enraizamiento. Si tu planta viene ya brotada del vivero, entonces la plantación tendrás que realizarla una vez pase el riesgo de heladas, con la primavera mucho más avanzada Ten previsto en este caso un método de riego, pues de lo contrario el brote tierno no sobrevivirá.

En definitiva, prepárate para cuidar a tu viñedo como si fuera otro hijo más; otro hijo más que no conoce vacaciones y que nunca deja de comer… En este arte, como en otros tantos, la constancia es requisito indispensable y junto a ella, la paciencia… que como ya sabemos, es la madre de la ciencia. La recompensa será enorme: la vid el cultivo más agradecido que existe, siempre te devuelve multiplicado toda la atención que le das.